El próximo 4 de mayo se estrena «I love my dad», comedia basada en una experiencia bastante traumática de James Morosini que no sólo realizó el guión de la película sino que también la dirige y protagoniza.
La historia se presenta como una comedia familiar, pero en realidad, a pesar de tener algunos momentos divertidos, no es graciosa y además la historia se torna un tanto bizarra por ser basada en un hecho real.
La cuestión es la siguiente: Franklin acaba de ser dado de alta luego de un intento de suicidio y decide, por salud mental, poner distancia de su padre que siempre ha sido una decepción para él. Lo bloquea en redes sociales y en el teléfono por lo que deja a su progenitor totalmente fuera de su vida.
Su padre desesperado por la falta de contacto no tiene mejor idea que crear una cuenta falsa, con fotos del perfil de Becca, la camarera de un restaurante cercano a su casa. Con este nuevo usuario contacta a su hijo y comienza una amistad, sin caer en la cuenta de que este podría enamorarse de esa chica que se le presenta online.
La historia es presentada como comedia, y esa fue la intención del director cuando quiso contar esta anécdota al mundo, sin embargo en realidad, si profundizamos en lo sucedido, nos encontramos con un drama con un trasfondo profundo que queda diluido en lo anecdótico. Tenemos un padre incapaz de comunicarse sin mentir, el peligro que presentan las redes sociales cuando se chatea con desconocidos en línea, la depresión, el suicidio, las relaciones entre padres e hijos, la avalancha que puede ocasionar una mentira, e incluso el perdón.
Es interesante que en las escenas en las que padre e hijo chatean se haya mostrado lo que pasaba online con los personajes de Frankie y Becca hablando como si estuvieran presentes, sin embargo (sin caer en spoilers) sobre el final de la película hay secuencias que sobran y haberlas mostrado era totalmente innecesario, el espectador ya tenía más que claras las acciones más vergonzosas del protagonista.
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