Días Perfectos – Wim Wenders

Tal vez, si alguien te dice que vas a ver una película en la que sus escenas mayoritariamente transcurren observando a un hombre limpiando baños públicos, la primera reacción sea de rechazo, pensádolo bien suena aburrido. A lo mejor creerías que vas a encontrar escenas desagradables de baños en pésimas condiciones, una vida de peripecias con un trabajo desagradable, un tipo amargado o algo por el estilo. Nada más lejos de la realidad es lo que nos muestra Wim Wenders en su última película titulada «Perfect Days«.

Sinopsis: Hirayama está contento con su vida como limpiador de baños en Tokio. Fuera de su rutina estructurada le encanta escuchar música en cassettes, leer y tomar fotografías de árboles. A través de encuentros inesperados, reflexiona sobre cómo encontrar la belleza en el mundo.

Trailer oficial

La idea de esta película surgió cuando a Wim Wenders le proponen hacer una serie de cortos de aproximadamente 20 minutos para mostrar algunos proyectos sociales públicos de Tokio. La idea original involucraba baños públicos y total libertad de guion para el director. Wenders, sin embargo, propuso un largometraje, con un sólo protagonista, una historia que fuera creíble, interesante y que valiera la pena ver. La propuesta fue aceptada. Wenders contactó a Koji Yakusho (actor admirado por el director) para el papel protagónico y a Takuma Takasaki con quien co-escribió el guion.

Algo que hay que entender antes de analizar la película es que en Japón los baños públicos tienen un significado y una connotación totalmente alejada de lo que es un baño público para la cultura occidental. Para ellos un baño es un «pequeño santuario de paz y dignidad». Si uno observa con detenimiento, en la película, estos baños que Hirayama limpia con tanto cuidado, son arquitectonicamente perfectos, tecnológicos, bellos, una obra de arte en si mismos. Japón se caracteriza por tener un fuerte sentido del bien común y del respeto por la ciudad.

Perfect Days describe de forma casi poética la belleza de lo cotidiano, a través de la rutina de Hirayama, un hombre solitario, callado y respetuoso, que vive una vida modesta y aparentemente feliz en Tokio. Sus días trancurren de la misma manera, despertar con el ruido que hace el barrendero, vestirse, regar las plantas, tomar un café de la máquina expendedora, poner un cassette en la furgoneta e ir a trabajar. Un ritmo de vida regular, pausado, tranquilo, que día a día tiene sus pequeñas diferencias, diversos encuentros, un compañero de trabajo jóven, parlanchín, que no está a gusto con la tarea que desempeña, su sobrina, su hermana, la dueña del restaurante en el que cena los fines de semana, etc. En estas diferencias cotidianas, en las interacciones, es donde se empieza a conocer la historia de fondo de este personaje que intenta vivir en el «aquí y ahora», pero a lo mejor no es tan feliz y dichoso como se muestra.

Días Perfectos no es una película que te brinda toda la información de la historia de forma digerida, ágil y clara. El guion se toma su tiempo y deja muchos espacios vacios, sin embargo no es aburrida, es una historia tranquila, cotidiana e interesante, su protagonista, perfectamente encarnado por Koji Yakusho inspira cariño, es un personaje con el que inmediatamente uno conecta y quiere seguir viendo, conociendo.

Al verla me dió la sensación de estar armando un puzzle, una especie de acertijo en el que las piezas están ocultas y la imaginación del espectador va completando aquello que no se dice, que no se cuenta. Un factor fundamental para conocer o descifrar lo que está sucediendo con Hirayama son las canciones que escucha, la selección de temas musicales, al igual que los contados diálogos que mantiene no están librados al azar, sino que están ahí para decirnos algo.

En el idioma japonés se utiliza la palabra «komorebi» para describir a los rayos del sol que se filtran entre las hojas de los árboles, esta palabra retrata un fenomeno de la naturaleza sencillo pero de gran belleza, Hirayama tiene como hobbie (casi obsesivo) mirar la copa de los árboles y sus reflejos, sacarles fotos, revelarlas, clasificarlas, estas acciones también nos cuenta sobre este personaje y su sentido de la belleza en las pequeñas cosas.

Screenshot

La película compite en la categoría Mejor Película Internacional para la 96º edición de los Premios Oscar. Koji Yakusho ganó como Mejor Actor en la 76º ceremonia del Festival de Cannes. y fue nominada como mejor película en los Premios César, Critics Choise Award y los premios de la Academia Japonesa.

Wim Wenders dedica esta película al maestro Jasujiro Ozu (director de cine japonés) y comenta que de su obra el elemento que más le ha marcado es la idea de que «cada persona es única, cada momento sucede sólo una vez y las historias cotidianas son las únicas historias eternas».

Como yapa les comparto el cuento corto de Patricia Highsmith: «La tortuga». Una pequeña pieza del puzzle que los hará comprender algo más de la historia. 😉

Patricia Highsmith: «La tortuga»

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